Me he despertado pensando en ti, preguntándome:
¿cómo puedo
tener tanta suerte,
si tan siquiera he construido en alguien un recuerdo,
que
merezca la pena conservar?
Después, he recordado tu sonrisa.
Esa media luna que sonríe,
hasta en los días más grises.
Y qué bien te sienta el cielo.
Cualquier palmo, por debajo de ti, se siente eterno.
Cualquier tramo, por encima de ti, ni si quiera existe.
Eres lo más parecido a la increíble imperfección que,
un
día,
todos quisimos alcanzar.
Tú, lo has conseguido.
Y sé,
que tal vez no sea la mejor manera de decir
felicidades,
por añadir una vela más,
al maravilloso curso de tu vida.
Pero ya me conoces:
me pongo nerviosa a la hora de expresar
mis sentimientos.
Llegan de golpe y yo,
nunca tengo la defensa preparada para
tanta guerra.
Y seamos sinceras.
Adoro todas tus batallas y treguas,
con
cervezas de por medio.
Todos los puntos de sutura que pusiste,
alrededor de cada una
de mis heridas.
Y sobre todo, lo más importante.
Te quiero a ti.
Por favor,
nunca
dejemos de tomarnos una certeza,
por miedo a la borrachera de después.
Ni dejemos de buscar
la belleza entre silencios,
con reverberación en nuestras mentes.
Por último, que espero, nunca olvides.