viernes, 24 de julio de 2015

Hoy ha vuelto a subir la marea. 
El mar estaba con ese tipo de calma que, a veces, 
decide tomar las riendas de cualquier playa.
Me senté en la orilla con la esperanza de que subieras, y me llevaras contigo. 
Pero no fue así. 
Sin embargo, llevo los pies mojados y la mente descalza. 
He decidido volar al raso del suelo. 
Tal vez así, recuerde los pasos que diste antes de marchar. 
De cortar por lo sano y dejarme enferma de ausencia. 
De olvidar quien fui cuando te miré aquella noche, recordando lo que me enseñaste a ser. 
Cómo me enseñaste a querer,
sin importar los charcos que pise por el camino de vuelta hacia el presente. 
Sin el “tenerte a ratos sinceros”. 
Con la persistencia de borrarte, siendo tinta en mi piel. 
Puede que esta, solo sea una imagen pintada en un muro de ladrillo. 
El miedo, que estás dispuesto a empeñar por “no volver a verme”. 
La captura de la primera emoción que sentí, cuando dije tu nombre. 
El amar de canto, si decides jugar nuestro amor a suertes.  
Tal vez deba ser así. Tal vez, nunca debió de ser. 
Tal vez nunca ha ocurrido, 
y todo sea un sueño del que me mantengo despierta, por si algún día, ya sabes…

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