Hoy ha vuelto a subir la marea.
El mar estaba con ese tipo
de calma que, a veces,
decide tomar las riendas de cualquier playa.
Me senté en
la orilla con la esperanza de que subieras, y me llevaras contigo.
Pero no fue
así.
Sin embargo, llevo los pies mojados y la mente descalza.
He decidido volar
al raso del suelo.
Tal vez así, recuerde los pasos que diste antes de marchar.
De cortar por lo sano y dejarme enferma de ausencia.
De olvidar quien fui
cuando te miré aquella noche, recordando lo que me enseñaste a ser.
Cómo me
enseñaste a querer,
sin importar los charcos que pise por el camino de vuelta
hacia el presente.
Sin el “tenerte a ratos sinceros”.
Con la persistencia de
borrarte, siendo tinta en mi piel.
Puede que esta, solo sea una imagen pintada
en un muro de ladrillo.
El miedo, que estás dispuesto a empeñar por “no volver
a verme”.
La captura de la primera emoción que sentí, cuando dije tu nombre.
El
amar de canto, si decides jugar nuestro amor a suertes.
Tal vez deba ser así. Tal vez, nunca debió de
ser.
Tal vez nunca ha ocurrido,
y todo sea un sueño del que me mantengo
despierta, por si algún día, ya sabes…
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